¡No envidies!
"No envidies el bienestar de los impíos en tu corazón, sino teme siempre a Jehová." (Proverbios 23:17)
Me pregunto a mí mismo: "¿Realmente, a quién o qué estoy envidiando?" ¿Estoy envidiando a los pastores que dirigen grandes iglesias o las iglesias con muchos miembros? También me pregunto: "¿Acaso estoy comparándome con algún pastor de una iglesia en particular y con su iglesia?" Esto se debe a que una de las causas de la envidia es la comparación. ¿A quién o qué envidian ustedes? Nosotros los seres humanos podemos envidiar la prosperidad económica, podemos envidiar a los ricos que disfrutan de esa prosperidad, y también podemos envidiar a aquellos que tienen lo que nos falta y sus circunstancias. Esto no solo sucede con los adultos, sino también con los niños. Si un niño no tiene algo y sus amigos lo tienen, fácilmente puede sentirse envidioso.
Sin embargo, una de las situaciones que más cuesta entender y aceptar es que los justos, que creen en Jesús, sufren, mientras que los impíos prosperan. Cuando vemos que los impíos prosperan, nosotros, los que creemos en Jesús, podemos llenarnos de dudas y preguntarnos: "Si Dios está vivo, ¿por qué no juzga a esos impíos y los deja seguir prosperando?" Esta es una pregunta que muchos se hacen con pesar.
La Biblia tiene una respuesta clara a esta pregunta. Es un mandato que dice: "No envidies el bienestar de los impíos".
¿Por qué la Biblia nos manda no envidiar la prosperidad de los impíos? Porque el futuro de los impíos, de los malhechores, está sin esperanza y sus lámparas se apagarán (Proverbios 24:20). Por eso, el salmista manda en la Biblia que no envidiemos el éxito de los malhechores ni guardemos rencor contra ellos (Salmo 37:19). El destino final de los malhechores es la destrucción (Salmo 73:17-20), por lo que no tenemos que envidiar la prosperidad de los impíos. Más bien, la Biblia nos manda a "temer a Dios" (Proverbios 23:17). La razón es que aquellos que temen a Dios tienen un futuro y una esperanza que no se apaga.
Debemos escuchar estas palabras. Debemos escuchar y obtener sabiduría, y que esa sabiduría nos guíe por el camino recto (Proverbios 23:19). Por lo tanto, no debemos inclinarnos ni a la derecha ni a la izquierda, sino que debemos caminar por el camino recto que el Señor nos ha marcado. No envidiemos la prosperidad de los impíos.