“Todo ser que tenga aliento, ¡alabe al Señor!”

 

 

 

 

[Salmo 150]

 

 

Hoy finalmente he llegado a meditar en el último salmo, el 150, el cual cierra el libro de los Salmos. Comencé a meditar en el Salmo 1 el 21 de septiembre de 2005, un miércoles, y hoy, 30 de septiembre de 2009, después de 4 años y 9 días, finalmente estoy meditando en el Salmo 150. Hace unas 3 o 4 semanas, durante el servicio de oración de la madrugada del sábado, mientras oraba, pensaba que, si es la voluntad del Señor, tal vez más adelante podría sacar este estudio de los salmos en un libro. Por eso, he estado revisando y corrigiendo desde el Salmo 1 hasta el día de hoy. Personalmente, quiero dar muchas gracias a Dios, porque, a lo largo de estos 4 años meditando en los Salmos, de alguna manera, sin darme cuenta, he comenzado a parecerme un poco más al salmista, y por eso le agradezco profundamente.

En especial, quiero dar gracias a Dios por darme la gracia de seguir la oración de los salmistas. Al meditar en los Salmos, he recibido la gracia de imitar las oraciones del salmista. Ayer, después de predicar en el servicio de oración de la madrugada, comencé mi oración personal alabando la bondad de Dios. Dios me permitió cantar el himno “Buen Dios” y también cantar “No cambiaré al Señor por nada…” alabando la soberanía de Dios. Al igual que el salmista, y como se muestra en Hechos 16, cuando Pablo y Silas oraban y alababan a Dios en la cárcel, también para mí es un momento de gozo y alegría dedicar tiempo a la oración y la alabanza a Dios.

Además, quiero agradecerles personalmente a ustedes. Sé que no debe haber sido fácil escuchar la palabra de Dios a través de este siervo imperfecto durante estos 4 años, desde el Salmo 1 hasta el Salmo 150. Sin embargo, ustedes han continuado siendo fieles y dedicados en estos momentos de meditación, y les doy gracias por su perseverancia.

Hoy me gustaría meditar en el último salmo, el Salmo 150. Este salmo es el último de una serie de "Salmos de Aleluya" que van desde el Salmo 146 hasta el 150, y es considerado como el “clímax de la alabanza” (según Park Yun-seon). En especial, el versículo 6 del Salmo 150 llega a la cúspide de la alabanza, donde el salmista dice: "Todo ser que tenga aliento, ¡alabe al Señor! Aleluya". Hoy, centrándome en este versículo, quiero meditar sobre cuatro aspectos de la alabanza bajo el título “Todo ser que tenga aliento, ¡alabe al Señor!” (Referencia: meditaré basándome en los comentarios del pastor MacArthur).

Lo primero que quiero reflexionar es la pregunta: ¿Dónde debemos alabar a Dios aquellos que tienen aliento?

 

Mire el versículo 1 de Salmo 150 en la Biblia: "¡Aleluya! Alabad a Dios en su santuario; alabadle en el firmamento de su poder." El salmista nos dice que debemos alabar a Dios "en su santuario" y "en el firmamento de su poder". ¿Qué significa esto? "Su santuario" se refiere al Templo de Jerusalén, y "el firmamento de su poder" se refiere al cielo, es decir, el reino celestial. En otras palabras, este versículo nos dice que todos los que tienen aliento deben alabar a Dios tanto en la tierra como en el cielo (Salmo 148:1, 7, MacArthur). En resumen, debemos utilizar todos los lugares posibles para alabar a Dios (Park Yun-seon). Debemos alabar a Dios en todas partes (en cualquier lugar). No solo debemos alabarle mientras estemos en esta tierra, sino también debemos alabarle eternamente cuando lleguemos al cielo.

En segundo lugar, la pregunta que debemos reflexionar es: ¿Por qué (Why?) debemos alabar a Dios los que tenemos aliento?

¿Por qué el salmista insta a todos los que tienen aliento a alabar al Señor? ¿Cuál es la razón? Hay dos razones:

(1) La razón por la que todos los que tienen aliento deben alabar al Señor es debido a las poderosas acciones de Dios (Por lo que Dios ha hecho).

Mire la primera mitad del versículo 2 de Salmo 150: "Alabadle por sus proezas…" ¿Cuáles son las proezas de Dios? Por ejemplo, que Dios nos sostiene, nos guía y nos protege, todas estas son las poderosas acciones de Dios. En particular, cuando hablamos de las poderosas acciones de Dios, no podemos dejar de mencionar Su poder de salvación. Durante la salida de Egipto, Dios liberó al pueblo de Israel de Egipto y demostró Su poder; también, al guiarlos hacia la Tierra Prometida, Canaan, Dios demostró Su poder tanto en el desierto como en la tierra de Canaan. Nosotros también hemos experimentado este poder de Dios, lo seguimos experimentando, y lo seguiremos experimentando. Por estas poderosas acciones de Dios, debemos alabarle.

(2) La razón por la que todos los que tienen aliento deben alabar al Señor es debido a la inmensa grandeza de Dios (Por quién Él es).

Mire la segunda mitad del versículo 2 de Salmo 150: "Alabadle conforme a la inmensa grandeza de su nombre." Nuestro Dios es enormemente grande. A este Dios tan grande, debemos alabarle con toda justicia. Especialmente, cuando pensamos en cómo este Dios tan grande ha amado a personas tan pequeñas como nosotros con un amor inmenso y nos ha salvado por Su gran poder, debemos alabarle. Debemos alabar a Dios por Sus poderosas acciones y por Su inmensa grandeza.

En tercer lugar, la pregunta que debemos reflexionar es: ¿Cómo (How?) debemos alabar a Dios los que tenemos aliento?

Miren los versículos 3-5 del Salmo 150: "Alabadle con trompeta resonante; alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; alabadle con cuerdas y flauta. Alabadle con címbalos resonantes; alabadle con címbalos de júbilo." El salmista nos exhorta a alabar a Dios con trompetas, salterios, arpas, panderos, cuerdas, flautas, y címbalos. ¿Qué significa esto? En pocas palabras, significa que debemos alabar a Dios usando todos los instrumentos musicales que podamos (Park Yun-seon).

Finalmente, el cuarto aspecto en el que quiero reflexionar es la pregunta: ¿Quién (Who?) debe alabar a Dios?

Miren el versículo 6 del Salmo 150: "Todo lo que respira alabe a Jehová. Aleluya." Esta frase, en resumen, nos dice que debemos alabar a Dios con todos los que son dignos de alabanza (Park Yun-seon). No solo debemos alabar a Dios con todos los lugares donde se puede alabar, y usar todos los instrumentos que podamos, sino también debemos reunir a todos los seres capaces de alabar, y así, alabar a Dios. Todo lo que está en los cielos y en la tierra debe alabar a Dios. No solo los ángeles en el cielo, sino también todos los seres vivos en la tierra deben alabar a Dios.

En este momento, todos debemos ponernos de pie y cantar juntos "Alaba, alma mía" (Gracias, alma mía; Gozate, alma mía) y dar alabanza a Dios.

 

 

 

Con el deseo de alabar a Dios mientras haya aliento en mí,

 

 

Pastor James Kim
(Con un corazón agradecido por la gracia de Dios recibida a través de la meditación en el Salmo)