Miraremos solo al Señor
[Salmo 123]
A lo largo de nuestra vida de fe, a menudo nos encontramos en momentos en los que no podemos evitar postrarnos ante el Señor y clamar. En esos momentos, mientras observamos nuestra situación, llevamos nuestro corazón oprimido y realmente angustiado ante Él, y en silencio clamamos a Dios. En ese proceso de súplica, el Espíritu Santo obra en nosotros de tal manera que no podemos evitar derramar ante Dios nuestro corazón pesado y angustiado. El Espíritu Santo nos hace recordar la palabra de Dios, y a través de esa palabra nos hace darnos cuenta de nuestros pecados y también nos lleva al arrepentimiento. En medio de la obra del Espíritu, debemos pedir perdón a Dios por nuestros pecados. Además, el Espíritu Santo nos da el corazón de Dios Padre y nos guía a orar con Su corazón. Nos lleva a buscar la voluntad del Señor. Por lo tanto, las circunstancias dolorosas y difíciles de nuestra vida son preciosas oportunidades para clamar al Señor si lo miramos.
En el versículo 2 de este Salmo 123, vemos la actitud del salmista al mirar a Dios en medio de sus dificultades. ¿Cuál era la difícil situación que el salmista estaba enfrentando? Era una situación de burla y desprecio (v. 4). Aquí, "los tranquilos" se refiere a aquellos que, sin ninguna comprensión de la advertencia de Dios, viven con indiferencia, sin temor a Él (Park Yun-sun). Estos son los arrogantes y orgullosos que no tienen reverencia por Dios. Es decir, el salmista estaba sufriendo la burla y el desprecio de estos "tranquilos" y "orgullosos". En medio de esa situación angustiante, él solo miró al Señor. Hoy, mientras reflexionamos sobre cómo el salmista miró al Señor en su angustia, quiero aprender tres lecciones para que también nosotros, en nuestras dificultades, podamos mirar solo al Señor y superar las circunstancias difíciles con la gracia que Él nos da.
Primero, debemos levantar nuestros ojos y mirar al Señor que está en los cielos.
Miremos el versículo 1 de este Salmo 123: "Señor, que estás en los cielos, levanto mis ojos hacia ti." Mientras vivimos en esta tierra, enfrentaremos innumerables dificultades y situaciones dolorosas. Por lo tanto, nuestros corazones se sentirán pesados y cansados. ¿Qué debemos hacer cuando esto ocurra? Lo primero que debemos hacer es levantar nuestros ojos y mirar a Dios que está en los cielos. Cuando, en medio de los muchos desafíos y obstáculos que enfrentamos en esta vida, miramos a nuestro alrededor y no encontramos a nadie que nos pueda ayudar, ¿qué debemos hacer? Debemos levantar los ojos hacia las montañas (Salmo 121:1-2). La razón es que nuestra ayuda proviene del "Señor, que hizo los cielos y la tierra" (v. 2). Nunca debemos estar satisfechos mirando las cosas de esta tierra para buscar ayuda. En cambio, debemos saber que solo la salvación de Dios, el Altísimo, es la verdadera salvación y, por lo tanto, debemos levantar nuestros ojos y desear la salvación de Dios que está en los cielos (Park Yun-sun).