¡Vamos a perseverar hasta el final!
[Salmo 119:105-112]
Hoy, en la oración de la mañana, medité sobre Eclesiastés 7:8: "El fin de un asunto es mejor que su principio…". Comenzar bien es importante, pero lo que realmente importa es cómo terminamos. Porque, no importa cuán grandioso o hermoso sea el comienzo, si no llegamos al final, todo carece de valor. Debemos ser personas que terminan lo que comienzan. Si solo hacemos un gran comienzo y no llegamos a la conclusión, ese comienzo es inútil.
En el Salmo 119:112, el salmista dice: "He inclinado mi corazón a cumplir tus estatutos siempre, hasta el fin." Con base en este versículo, bajo el título “¡Vamos a perseverar hasta el final!”, me gustaría reflexionar sobre cómo podemos seguir los mandamientos del Señor hasta el final, y meditar sobre cinco aspectos, recibiendo la gracia que Dios nos ofrece.
Primero, para seguir los mandamientos del Señor hasta el final, debemos hacer un compromiso firme de guardarlos.
Miremos lo que dice el Salmo 119:106: "Juré y me comprometí a guardar tus justos mandamientos." Por supuesto, no debemos hacer votos de manera imprudente delante de Dios. Sin embargo, cuando se trata de guardar la palabra del Señor, es necesario hacer un compromiso firme. La razón de esto es que la palabra del Señor es la “palabra de vida eterna” (Juan 6:68). Otra razón es que la palabra de Dios es como una lámpara y una guía en este mundo oscuro (Salmo 119:105).
Segundo, para seguir los mandamientos del Señor hasta el final, debemos aferrarnos a Su palabra y orar.
Miremos lo que dice el Salmo 119:107: "He sufrido mucho; oh Jehová, vivifícame conforme a tu palabra." ¿Cuándo oró el salmista a Dios? Él oró cuando su sufrimiento fue muy grande. ¿Qué significa este gran sufrimiento? Miremos el primer verso del Salmo 119:110: "Los impíos han puesto lazo para mí..." El salmista estaba siendo perseguido por los malvados. Estaba constantemente en peligro de muerte (v.109). En medio de esa amenaza a su vida, el salmista oró: "Vivifícame conforme a tu palabra" (v.107). Le pidió a Dios que lo salvara según su fe. A pesar del sufrimiento, el salmista expresó su alegría por guardar la palabra del Señor y ofreció alabanzas a Dios: "Recibe, oh Jehová, la ofrenda voluntaria de mi boca, y enséñame tus estatutos" (v.108).
Tercero, para seguir los mandamientos del Señor hasta el final, no debemos olvidar Su ley.